jueves, 22 de noviembre de 2012

“EL BELLO DULCE DURMIENTE”

“EL BELLO DULCE DURMIENTE”
De Daniel Zárate.

El “Bello Dulce Durmiente”, un padre de familia, hijo y esposo, tiene todo en la vida, pero cuando un diagnóstico de diabetes le deja el ego destrozado y vulnerable, pasa de ser una persona normal a convertirse en un monstruo invisible, Daniel Zárate, en este cuento (al más puro estilo de C. Palahniuk), hace una crítica al sistemas de salud mexicano, a la inconsciencia de los pacientes  de su continuo deseo de auto destrucción, de auto aniquilación, Zárate lanza un fragmento de la vida de la mente de un paciente terminal, de muchos que día a día mueren en los hospitales del país, así sacude y agita nuestras mentes de modo brutal, para dejar una reflexión  de los diferentes ángulos de los que puede ser vista la enfermedad  como un proceso social.

Noviembre 2012. DR. Tlaxcala, México.
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Un  pequeño algodón entre las  yemas de mis dedos  pulgar y medio trata de detener la pequeña hemorragia causada por un pinchazo de una lanceta, obtener una gota de sangre es la única forma de saber cuánta azúcar, glucosa como lo llaman ellos, hay en mi sangre, ya no me duele el procedimiento, ya no me duele el alma, fastidiado estoy, pues tengo más de 10 años que me diagnosticaron diabetes,   10 años de visitas al médico, de la sonrisa nerviosa de la enfermera con la que te pide permiso para perforar tu dermis y sub-dermis, hasta llegar a un vaso sanguíneo, en el segundo o tercer intento, el paso siguiente es exprimir tu dedo, depositarla el vital líquido en la zona indicada  de un aparato y en treinta segundos sabes si te estas muriendo por dentro… suena el tono de aviso del glucómetro

Bit, bit…

Su sangre esta envenenada,

Bit, bit…

Su glucosa está muy alta,

Bit, bit…

Ya hizo su testamento?


 10 años  de recibir la misma información a veces amable  a veces a regaños,  10 años de escuchar “no mucho pan”,  “poca azúcar”,  “nada de refresco” y “pocas tortillas”, 10 años de servicios médicos saturados de gente enferma, de hedores en salas de espera, de pocos medicamentos, y ¿para qué tantas recomendaciones?, terminas varias veces en la sala de urgencias de algún hospital, con la luz blanca fluorescente que choca con tu cara,  con su zumbido característico de choque de polos negativos y positivos mediante un gas, seguramente lo vi en Discovery Chanel, de camillas pegajosas y de batas desgatadas por el contacto con tantas pieles, de controles de enfermería con música de los 80´s a bajo volumen,  con vías venosas tapadas  que tendrán que cambiar las enfermeras en la madrugada. Pero ¿quién tiene la culpa de que me esté muriendo por dentro?, tal vez la revolución, que no logro el cometido de igualdad, pues de donde yo soy, naces y creces teniendo casi nada, pasando hambres y frustraciones, o tal vez las crisis económicas la cual permitió  que  poca gente sea más rica y muchos pobres, o tal vez la globalización, “que palabra tan cool”, que permite que consuma dietas con muchas calorías, o tal vez los padres de mi esposa, que no le enseñaron a hacer una comida saludable, con sus cinco tiempos, !que carajos se yo¡, lo que se, es que pierdo la sensibilidad y la vista por momentos, le quiero echar la culpa a la insulina, pero aun no me están poniendo, o a las 20 pastillas que me tomo a diario, pero a veces no me las tomo; Otros médicos dicen que es mi obesidad grado dos, la que no me deja bajar mi glucosa y quieren que haga ejercicio, y donde fregados quieren que lo haga, ¿en el deportivo? para ser el espectáculo y burla callada de los demás, ¿o el futbol? que es donde logro bajar unas cuantas calorías, que inmediatamente subo con las cervezas del festejo, ¿quién ha dicho que el futbol es un deporte?, es un mecanismo propagandista como lo utilizo Hitler en Alemania, solo que aquí los dictadores son los empresarios de productos chatarra y alcohol.


Bit,bit…

Mucho alcohol,

Bit, bit…

El rico alcohol,

Bit, bit…

Maldito Alcohol,


Pero creo que soy demasiado tímido o estúpido para aceptar esta idea, de nuestro mediocre futbol,  aunque ni siquiera el futbol mexicano, que de mexicano solo tiene poco,  es tan bueno como el  europeo; La médico de urgencias, mujer de ojos hermosos y pelo negro azabache, con mi expediente en la mano, se acerca y después de dibujar una amable sonrisa me dice que mis niveles de azúcar estaban por los cielos, y yo me pregunto ¿a qué equipo le ira?, ella continua y me explica que esto fue lo que me hizo desmayarme en la fiesta patronal del zoquete de mi cuñado, después me entere que fue un pánico total, me burlo en mis adentros, algunas lloraron y entre ellas mi madre, yo creo que era por culpa, ya que en toda su rama paterna han sufrido de la “Diabetis”, o diabetes como ellos le dicen, como si nombrarlo de una manera u otra va a cambiar mi salud, los genes de su familia son los que portan mi desconsuelo; Los ojos de la médico me hablan y me dice que una vez que se termine el suero, me van a dar de alta, me da una serie de indicaciones de las cuales  no entiendo nada, habla comprensivamente, pero como en  otro idioma, prefiero verla a los ojos y contemplarlos, ya que su escote no está a mi alcance, si tan solo la diabetes me dejara tener una erección constante, la podría invitar a salir, solo un café

 
Bit, bit…

Solo una caricia,

Bit, bit…

Solo un beso,

Bit, bit..

Solo pasión…

 
Me pregunta la médico- ¿ha entendido? - y asiento como todas las veces que me he estado frente a uno de ellos, no sé por qué creen que les haremos caso, no sé por qué piensan que sus palabras cambiaran nuestra infancia y nuestras carencias, o nuestras creencias, solo déjenme lo más nuevo para volver a envenenarme con mi estilo de vida, pienso; El otro día tuve un sueño muy raro con una enfermera, se encontraba en el bosque con un traje blanco con su cofia y todo, se veía como esas actrices de la serie guardianes de la bahía, pero con ropa, era tarde noche y en su mano llevaba charola con un manzana roja, esplendorosa escena,  me invitaba a comerla, yo tímidamente me acercaba y ya en la seguridad bajo su mirada me atrevía a tomar la fruta y morderla, de repente todo cambiaba, el bosque se marchitaba y la enfermera perdía su aspecto celestial a una chistosa bruja de cuento,  que me decía, “la manzana envenenada está y tu azúcar subirá y subirá”, entonces comenzaba a correr por el bosque marchito, las ramas perforaban mi piel, el dolor era intenso y la ansia acababa con mi ser,  hasta llegar a un precipicio donde  caía, de repente desperté de un salto en mi cama, bañado en sudor dulce.

 
Bit, bit…

Con mi respiración rápida…

Bit, bit…

Con mis sueños detenidos…

Bit, bit..

Con mi fuerzas disminuidas…

Mis hijos se encuentran en la sala de espera del hospital, es bueno porque así se acostumbraran cuando a ellos les toque estar de este lado, si yo no pude educarme ¿cómo puedo educar a ellos a para ser saludables?, traen mi ropa limpia y un bolsa repleta de ánimos, pero en el fondo les fastidia venir por mí, les fastidia recibir los regaños y recomendaciones de ellos, pero saben que no será a última vez que me intoxicare con mi droga legal, “azúcar” y terminare una vez más, en el servicios de urgencias, si supieran que toda vía les falta el proceso de la diálisis, mis riñones se comienzan a desvielar, no por falta de agua, si no por exceso de azúcar, es como si le pusieras aceite al radiador, todo se iría a la chingada,  todas las cañerías tapadas y debilitadas, les faltan vivir mis  las arritmias y  los ataques al corazón, pero al final lo más emocionante, las amputaciones, como puercos en matadero nos despojan de extremidades infectadas por nuestro descuido, por nuestra culpa, eso siempre lo dejan en claro, supongo que como mecanismo de defensa, para no sentir cuando descuartizas a un ser humano,.

 
Bit, bit…

No tengo manita

Bit, bit…

No tengo patita

Bit, bit..

La tengo desconchabadita


Si el gobierno reuniera el dinero que gasta en nosotros los diabéticos descompensados en un año,  alcanzaría para comprarles a nuestra familia un Tsuru, y en 15 años el gasto será el doble, pero que se jodan los demás, yo prefiero gastarlo en ingreso recurrentes a urgencias, quien sabe, a lo mejor es porque me siento solo y el hospital es el único lugar donde me ponen atención y me atienden, a veces de mala gana, a veces de a rápido o tal vez porque espero que encuentre otra vez  unos ojos hermosos y pelo color azabache, o de a perdis un rico escote, así que la cuota que le doy a  mi seguro popular, que es cero pesos,  me lo voy a cobrar con creces. Pues seguramente yo no tengo la culpa, porque seguramente tú lector la tienes, o es culpa del sistema, de la falsa política o de la religión, pero alguien la debe de tener.

 

Bit, bit…

Luces fluorescentes otra vez…

Bit, bit…

Médicos  y enfermeras corriendo a mi alrededor…

Bit, bit…

Los escucho…Pero ya no me muevo…

Bit, bit..

Ya no…Ya no

 


FIN