jueves, 24 de enero de 2013

“LA APARICION DEL GRAN CERDO”

Cuento fantástico/ Autor: Salther Zarate /Diciembre 2012. 

To Mine for the days to come.
 
Este cuento fue hecho para participar como postulante de la convocatoria de "El Under Ediciones", en la Antología de cuento, relato, ensayo, poesía y crónica literaria, que tiene como tema central Nahuales y Chamanes, desafortunadamente no logro entrar en lo afortunados, pero no queria dejar de compartirlo con ustedes.
Espero les agrade, ! Larga vida al cuento fastástico ¡.
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“LA APARICION DEL GRAN CERDO”
Caminamos entre obscuridad y polvo,  a cada paso el viento  frio se convierte en miles de agujas  que golpeaban nuestras mejillas produciéndonos dolor y desesperación, el tedio crece entre todos nosotros, somos tan solo cinco humanos indefensos caminando en penumbras por una colina llamada “El Cerro del pueblo”,  llamado así  por los mayores con mucho orgullo por  ser de lo poco que le arrebatamos a los hacendados españoles durante la revolución, el  camino es de tepetate, tiene muchos declives, zanjas, piedras y jarillas,  al llegar a la cima la única que esta de nuestro lado es la luna, que nos alumbra con su luminoso manto blanco, hermoso, de una luna casi llena. Nosotros vivimos en un pueblito mítico del estado de Tlaxcala, llamado Sn. Felipe Ixtacuixtla, sin embargo hoy salimos de nuestra casa como a las 9:30 del día, mis padres, mis dos hermanos y yo, caminamos como en procesión a nuestro destino, hoy es una población llamada Sn. Miguel “La Presa”, que queda a unos 5 kilómetros hacia el sureste, precisamente del otro lado del cerro orgullo de los mayores,  la razón para hacer la tan tediosa travesía fue que hoy es “El mole”, una costumbre en donde los caseros ofrece comida a sus visitantes y familiares, como ritual y festejo al santo patrono de ese lugar, Sn. Miguel Arcángel.  Siempre pasa lo mismo en “Los moles”, llegamos a misa de 12:00, de allí andamos visitando a los conocidos y a los compadres, mínimo llegamos a cuatro casas, mi padre se va a platicar con los señores de la casa, mi madre con sus esposas, y no nosotros, al fin niños, nos dedicamos a hacer travesuras, todo pasa a la vez, nos la van sentenciando, poco a poco mi padre le dice a mi madre entre vasos de pulque - Ve esos niños-, mi madre primero nos grita y luego nos regaña, inicialmente no le hacemos caso, hasta que al final la  chocamos,  paso seguido, se levanta y nos pega, un pellizco está bien, pero luego comienza con las  cachetada, esas sí que duelen, luego nos tranquilizamos por un momento,  pero siempre mis hermanos o yo volvemos a las andadas y así nos van regañado toda la tarde hasta que la noche nos sorprende, para entonces tenemos una nueva carga, una olla de barro llena de mole, otra más  con un pollo en trozos y una carga más pesada, la de mi padre muy mareado por el pulque que  es una bebida alcohólica  muy socorrida por la región. Todo esto pasa en 1960, donde la miseria abunda en las familias, muchos vivimos de campo, muchos vivimos con nada, no hay autos para el regreso, a un no, lo único bueno es que ya vamos mas de la mitad del camino de regreso. En toda fiesta mis padres terminan enojados,  por que mi padre siempre termina borracho  y le es indiferente todo el trabajo que nos costara regresarlo a la casa, con la carga extra y con ese helado viento, con sus bromas burdas y su aliento alcohólico, donde  hasta que te diga que te quiere es asqueroso, siempre lo es.  Mi padre va atrás ayudado por mis hermanos, cada cierto numero de pasos se tropieza  por el camino tosco,  algunas veces se cae, no puedo negar que  siempre es divertido ver a mi papá en la embriaguez, solo que debo de ser muy cautelosa para que mi madre no se dé cuenta pues se desquitaría con migo. Afortunadamente después de 45 minutos de caminata, frio,  miedo y enojos, comenzamos a ver casas conocidas de mi pueblo, ya estamos cerca de nuestra reconfortante casa, ya solo unas cuadras por aguantar la embriaguez de mi padre, el enojo de mi madre y de mis hermanos, por ser los pajes de ese rey sin corona; Pero entonces algo desconcertante  pero impresionante paso, el viento  frio que nos había marchitado los ánimos en el camino, cuales duraznos tiernos en invierno, se detuvo, como si fuera un preludio al  infortunio, después, todos detectamos un estertor en la obscuridad que quedaba frente a nosotros,  un quejido conocido pero incrementado en 100, lo que lo producía estaba  como a 30 metros de nosotros, pero aun no logramos verlo, los segundos parecen horas, cuando de repente como en cámara lenta vimos cruzar en la próxima esquina a un enorme cerdo blanco, imponente, impactante, con un andar lento y despreocupado, al estar en medio de la calle se detuvo por un momento, viro su cabeza a su costado derecho y nos miró, la luna iluminaba su contorno, sus pequeñas manchas negras eran tan evidentes como su saliva densa que formaba un hilo transparente desde su hocico hasta la tierra que la difundía como una docena de ríos, seguramente nos vio tan espantados que retomo su rumbo e incremento su andar, atrás de él iban dos chivos y una oveja, tan despreocupados como si estuvieran pastando en las paraderas a las 11 de la mañana, recordar debemos que los nahuales roban ganado de manera mágica, pues hacen que los sigan sin ninguna dificultad y de manera sigilosa, sin dudarlo también estas criaturas incrementaron su paso, yo me quede paralizada, no supe que hacer, descubrir después del asombro que mi piel y mi cabello estaban tan erizados que tuve que frotarlos con mis manos para buscar un poco de calor, al mismo tiempo busque las enaguas de mi madre y  abrace sus piernas hasta cortarles la circulación,  la primera que hablo fue ella, enérgicamente  me dijo -  Suéltame me lastimas- , mi padre tardo un poco mas en procesar su pensamientos, primero su embriagues se le bajo, se hizo un cortocircuito en su mente  y apareció mi padre el súper héroe, como el “Caliman”, pero sin mallas, entonces se armó de valor y empujo a mis hermanos que lo sujetaban, dijo – Déjenme, ahorita vamos a ver quien es ese chingado nahual-,  de manera sorprendentemente mi padre pudo trotar y separarse de nosotros en dirección de los animales,  avanzo como 10 metros, cuando de repente  sucedió lo inevitable, tropezó y de bruces fue a dar a la tierra, mis hermanos fueron rápidamente a levantarlo,  ya en el suelo en su mente persistía la esperanza de alcanzar a tan raro transeúnte, decía -Déjenme ir por él, lo amarramos a nuestra árbol de breva y mañana vemos quien es-, al final  mi padre pudo ponerse de pie torpemente, pues la carga de adrenalina se le había acabado al correr antes de tropezar, todo fue muy confuso después del alboroto, al fin de cuentas los animales habían desaparecido, así que mi padre no tuvo mas remedio que sacudirse el polvo y la vergüenza y retomar el camino a casa. El viento regreso ahora con más furia, lo único bueno es que ya solo faltaba dos cuadras para llegar a  nuestra casa hecha alrededor de paredones, con techo de teja  y zaguán de madera vieja, yo ansiaba nuestro petate compartido con nuestros hermanos y nuestras cobijas viejas que fraternalmente cada noche nos abrigaban.
Después de esa noche no volvimos a platicar lo sucedido, ya han paso más de 50 años y mi padre lleva muerto 27, yo vivo desde hace 10 años en el DF, soy madre de una adolescente,  es curioso pero ahora escribo esto porque ayer soñé esa travesía por el “Cerro del pueblo” y nuestro encuentro con  ese posible nahual, no recuerdo todo el sueño, pero desperté sudando, como si hubiera sido otra vez real. Hoy por la mañana por teléfono le conté de mi sueño a mi madre, de pronto ella saco a colación la existencia de los Nahuales, pues  Ixtacuixtla es un pueblo antiguo, donde cuentan los ancianos que estaba plagado de criaturas mágicas como nahuales, duendes, tiemperos y brujas, incluso hoy me ha menciono mi madre en la charla telefónica  los nombres de  personas ancianas vivas, que conozco desde mi infancia, que son parte de la comunidad, pero que también cuentan con el estigma de ser diferentes, de ser mágicos.
En esta última semana recordé más del sueño que me perturbo, ahora recuerdo que  el enorme cerdo al tener contacto visual conmigo, me habla, me dice  -El camino  que tenemos al frente quizá no es el mejor camino-, después cambia su cara por la de un persona anciana, en realidad no lo entiendo…
 Esta semana voy de visita a Ixtacuixtla, a visitar a mi madre, he decidido ir a esa enigmática esquina para intentar descubrir  que me quiere decir mi inconsciente, para permitirme redirigir mi vida después de este largo y desgastante proceso de  divorcio.
Llegue como al medio día, me pase toda la tarde platicando con mi madre, poniéndome al día de nuestras vidas, de como crece su nieta, de como me siento después de la separación, ella descubre en mi mirada algo más, una mezcla de aflicción  y de perplejidad pero no es precisamente por mi separación, lo sabe, todas las madres conocen a sus hijos, es una regla básica de supervivencia de los seres humanos, pero no me pregunta nada, simplemente me deja con mis pensamientos y se va a hacer sus tareas cotidianas, miro mi reloj y son las cuatro de tarde, hace mucho calor, decido ir a recostarme a los cuartos  con paredes gruesas de adobe, que permiten tener un ambiente templado, me entrego al sueño reparador, obscuro…  De repente  viene a mí el mismo sueño del enorme cerdo, en esta ocasión trae un mensaje tatuado en la cabeza, donde dice “6:00 pm”, despierto de un brinco, aun somnolienta intento ensamblar mis pensamientos, veo el reloj del celular  son las seis de la tarde,  ya está obscureciendo, nadie está en la casa, por más que busco en cada cuarto es inútil, estoy sola, de repente como un aguijón, regresa a mi mente el tatuaje del cerdo, tomo un abrigo de mi padre, una lámpara y decido ir a la esquina incomprensible,  no tardo en darme cuenta de que donde antes solo era campo y terrenos, ahora  ya hay construcciones de casas y negocios, pero aún están en penumbra, hoy no hace frio, es una brisa tibia  que revolotea mi cabello suelto, un paso más y llego justo en el mismo lugar donde en mis sueños esta ese Nahual enorme y exuberante, con mi mirada  recorro el paisaje y busco una señal, solo veo las estrellas, de pronto un destello de luz  llama mi atención,  es el único lote que esta sin construir y en el centro cuenta con un viejo árbol de capulín, donde antes solía venir con mis hermanos y primos a comer  sus frutos hasta saciar, hoy es solo un remanente de mi infancia, de pronto alumbro con mi lámpara todo el árbol una y otra vez,  seguramente fue  una luciérnaga la que produjo el destello, o seguramente fui mi imaginación, de repente, una vez más se genera esa pequeño destello de luz en el mismo lugar, pero ahora se mantiene una pequeña flama, pero esta vez  al fondo de la calle contraria al árbol luminoso veo venir una silueta, mi mente entra en un dilema, la silueta o la flama, una me produce el correr  y regresar, otra impulsa el ir y saber de qué se trata, sudo frio, mis manos  tiemblan y mi corazón se sale de mi pecho,  me mantengo inamovible y espero el desenlace, la silueta se convierte poco a poco en una imagen de un persona que deambula en la obscuridad, al pasar delante de mí emite palabras  - Buenas noches-, respiro tranquila,  respondo al saludo y dejo que desaparezca otra vez en la obscuridad,  determinantemente  enfoco mi mirada en la flama que aún se mueve, me seduce, ese fuego quema mis ansias y mi paciencia, no aguanto más, corro directamente a la flama, tropiezo y torpemente  me levanto, en el camino se van quedando el abrigo, la lámpara y los miedos, corro con tantas ganas de llegar a mi objetivo que parece que me estrellare  contra el tronco del árbol, al estar a un milímetro de alcanzar la flama, despierto, me encuentro acostada en el viejo cuarto de adobe y techo de láminas de asbesto, de pronto entra mi padre, al parecer no me ve, no existo, se dirige a un costado de cuarto, toma una silla y baja un reloj de madera, le coloca al parecer una hojas detrás  y lo vuelve a colocar en su lugar, de pronto su imagen desaparece, mi mente se acciona, no entiendo que fue eso,  el escalofrió me devora, pero concluyo que fue una alucinación, me doy cuenta que el reloj viejo de madera marca las 6:00 de la tarde, todo concuerda, el horario, la alucinación, mi padre, desesperadamente tomo la silla y bajo el reloj, descubre un cuadernillo muy rudimentario, sucio y polvoso, en la portada está escrito al parecer “Las formas de los animales”, no lo entiendo muy bien, está escrito en latín u otra lengua antigua, busco más información en esas hojas ya en pedazos, sin darme cuenta mi madre llega hasta mí, me sorprende, yo salto de susto, observa el reloj y las hojas en mis manos, con una mirada serena me dice –Ven te contare algunas historias de la vida de tu papá-.
FIN.