To Mine for the days to come.
Este cuento fue hecho para participar como postulante de la convocatoria de "El Under Ediciones", en la Antología de cuento, relato, ensayo, poesía y crónica literaria, que tiene como tema central Nahuales y Chamanes, desafortunadamente no logro entrar en lo afortunados, pero no queria dejar de compartirlo con ustedes.
Espero les agrade, ! Larga vida al cuento fastástico ¡.
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“LA APARICION DEL GRAN CERDO”
Caminamos entre
obscuridad y polvo, a cada paso el
viento frio se convierte en miles de
agujas que golpeaban nuestras mejillas produciéndonos
dolor y desesperación, el tedio crece entre todos nosotros, somos tan solo
cinco humanos indefensos caminando en penumbras por una colina llamada “El Cerro
del pueblo”, llamado así por los mayores con mucho orgullo por ser de lo poco que le arrebatamos a los
hacendados españoles durante la revolución, el camino es de tepetate, tiene muchos declives, zanjas,
piedras y jarillas, al llegar a la cima la
única que esta de nuestro lado es la luna, que nos alumbra con su luminoso manto
blanco, hermoso, de una luna casi llena. Nosotros vivimos en un pueblito mítico
del estado de Tlaxcala, llamado Sn. Felipe Ixtacuixtla, sin embargo hoy salimos
de nuestra casa como a las 9:30 del día, mis padres, mis dos hermanos y yo,
caminamos como en procesión a nuestro destino, hoy es una población llamada Sn.
Miguel “La Presa”, que queda a unos 5 kilómetros hacia el sureste, precisamente
del otro lado del cerro orgullo de los mayores,
la razón para hacer la tan tediosa travesía fue que hoy es “El mole”,
una costumbre en donde los caseros ofrece comida a sus visitantes y familiares,
como ritual y festejo al santo patrono de ese lugar, Sn. Miguel Arcángel. Siempre pasa lo mismo en “Los moles”, llegamos
a misa de 12:00, de allí andamos visitando a los conocidos y a los compadres, mínimo
llegamos a cuatro casas, mi padre se va a platicar con los señores de la casa,
mi madre con sus esposas, y no nosotros, al fin niños, nos dedicamos a hacer
travesuras, todo pasa a la vez, nos la van sentenciando, poco a poco mi padre le
dice a mi madre entre vasos de pulque - Ve esos niños-, mi madre primero nos
grita y luego nos regaña, inicialmente no le hacemos caso, hasta que al final
la chocamos, paso seguido, se levanta y nos pega, un pellizco
está bien, pero luego comienza con las cachetada, esas sí que duelen, luego nos
tranquilizamos por un momento, pero
siempre mis hermanos o yo volvemos a las andadas y así nos van regañado toda la
tarde hasta que la noche nos sorprende, para entonces tenemos una nueva carga,
una olla de barro llena de mole, otra más con un pollo en trozos y una carga más pesada,
la de mi padre muy mareado por el pulque que es una bebida alcohólica muy socorrida por la región. Todo esto pasa
en 1960, donde la miseria abunda en las familias, muchos vivimos de campo,
muchos vivimos con nada, no hay autos para el regreso, a un no, lo único bueno
es que ya vamos mas de la mitad del camino de regreso. En toda fiesta mis
padres terminan enojados, por que mi
padre siempre termina borracho y le es
indiferente todo el trabajo que nos costara regresarlo a la casa, con la carga extra
y con ese helado viento, con sus bromas burdas y su aliento alcohólico, donde hasta que te diga que te quiere es asqueroso,
siempre lo es. Mi padre va atrás ayudado
por mis hermanos, cada cierto numero de pasos se tropieza por el camino tosco, algunas veces se cae, no puedo negar que siempre es divertido ver a mi papá en la
embriaguez, solo que debo de ser muy cautelosa para que mi madre no se dé
cuenta pues se desquitaría con migo. Afortunadamente después de 45 minutos de
caminata, frio, miedo y enojos, comenzamos
a ver casas conocidas de mi pueblo, ya estamos cerca de nuestra reconfortante
casa, ya solo unas cuadras por aguantar la embriaguez de mi padre, el enojo de
mi madre y de mis hermanos, por ser los pajes de ese rey sin corona; Pero
entonces algo desconcertante pero
impresionante paso, el viento frio que nos
había marchitado los ánimos en el camino, cuales duraznos tiernos en invierno,
se detuvo, como si fuera un preludio al
infortunio, después, todos detectamos un estertor en la obscuridad que quedaba
frente a nosotros, un quejido conocido
pero incrementado en 100, lo que lo producía estaba como a 30 metros de nosotros, pero aun no
logramos verlo, los segundos parecen horas, cuando de repente como en cámara
lenta vimos cruzar en la próxima esquina a un enorme cerdo blanco, imponente,
impactante, con un andar lento y despreocupado, al estar en medio de la calle se
detuvo por un momento, viro su cabeza a su costado derecho y nos miró, la luna
iluminaba su contorno, sus pequeñas manchas negras eran tan evidentes como su
saliva densa que formaba un hilo transparente desde su hocico hasta la tierra que
la difundía como una docena de ríos, seguramente nos vio tan espantados que
retomo su rumbo e incremento su andar, atrás de él iban dos chivos y una oveja,
tan despreocupados como si estuvieran pastando en las paraderas a las 11 de la
mañana, recordar debemos que los nahuales roban ganado de manera mágica, pues
hacen que los sigan sin ninguna dificultad y de manera sigilosa, sin dudarlo también
estas criaturas incrementaron su paso, yo me quede paralizada, no supe que
hacer, descubrir después del asombro que mi piel y mi cabello estaban tan
erizados que tuve que frotarlos con mis manos para buscar un poco de calor, al
mismo tiempo busque las enaguas de mi madre y abrace sus piernas hasta cortarles la
circulación, la primera que hablo fue ella,
enérgicamente me dijo - Suéltame me lastimas- , mi padre tardo un poco
mas en procesar su pensamientos, primero su embriagues se le bajo, se hizo un
cortocircuito en su mente y apareció mi
padre el súper héroe, como el “Caliman”, pero sin mallas, entonces se armó de
valor y empujo a mis hermanos que lo sujetaban, dijo – Déjenme, ahorita vamos a
ver quien es ese chingado nahual-, de
manera sorprendentemente mi padre pudo trotar y separarse de nosotros en
dirección de los animales, avanzo como 10
metros, cuando de repente sucedió lo
inevitable, tropezó y de bruces fue a dar a la tierra, mis hermanos fueron
rápidamente a levantarlo, ya en el suelo
en su mente persistía la esperanza de alcanzar a tan raro transeúnte, decía -Déjenme
ir por él, lo amarramos a nuestra árbol de breva y mañana vemos quien es-, al
final mi padre pudo ponerse de pie
torpemente, pues la carga de adrenalina se le había acabado al correr antes de
tropezar, todo fue muy confuso después del alboroto, al fin de cuentas los
animales habían desaparecido, así que mi padre no tuvo mas remedio que
sacudirse el polvo y la vergüenza y retomar el camino a casa. El viento regreso
ahora con más furia, lo único bueno es que ya solo faltaba dos cuadras para
llegar a nuestra casa hecha alrededor de
paredones, con techo de teja y zaguán de
madera vieja, yo ansiaba nuestro petate compartido con nuestros hermanos y
nuestras cobijas viejas que fraternalmente cada noche nos abrigaban.
Después de esa noche no
volvimos a platicar lo sucedido, ya han paso más de 50 años y mi padre lleva
muerto 27, yo vivo desde hace 10 años en el DF, soy madre de una adolescente, es curioso pero ahora escribo esto porque ayer
soñé esa travesía por el “Cerro del pueblo” y nuestro encuentro con ese posible nahual, no recuerdo todo el sueño,
pero desperté sudando, como si hubiera sido otra vez real. Hoy por la mañana por
teléfono le conté de mi sueño a mi madre, de pronto ella saco a colación la
existencia de los Nahuales, pues Ixtacuixtla
es un pueblo antiguo, donde cuentan los ancianos que estaba plagado de criaturas
mágicas como nahuales, duendes, tiemperos y brujas, incluso hoy me ha menciono
mi madre en la charla telefónica los nombres
de personas ancianas vivas, que conozco
desde mi infancia, que son parte de la comunidad, pero que también cuentan con
el estigma de ser diferentes, de ser mágicos.
En esta última semana recordé
más del sueño que me perturbo, ahora recuerdo que el enorme cerdo al tener contacto visual
conmigo, me habla, me dice -El
camino que tenemos al frente quizá no es
el mejor camino-, después cambia su cara por la de un persona anciana, en
realidad no lo entiendo…
Esta semana voy de visita a Ixtacuixtla, a
visitar a mi madre, he decidido ir a esa enigmática esquina para intentar
descubrir que me quiere decir mi
inconsciente, para permitirme redirigir mi vida después de este largo y desgastante
proceso de divorcio.
Llegue como al medio
día, me pase toda la tarde platicando con mi madre, poniéndome al día de
nuestras vidas, de como crece su nieta, de como me siento después de la
separación, ella descubre en mi mirada algo más, una mezcla de aflicción y de perplejidad pero no es precisamente por
mi separación, lo sabe, todas las madres conocen a sus hijos, es una regla
básica de supervivencia de los seres humanos, pero no me pregunta nada,
simplemente me deja con mis pensamientos y se va a hacer sus tareas cotidianas,
miro mi reloj y son las cuatro de tarde, hace mucho calor, decido ir a
recostarme a los cuartos con paredes
gruesas de adobe, que permiten tener un ambiente templado, me entrego al sueño
reparador, obscuro… De repente viene a mí el mismo sueño del enorme cerdo, en
esta ocasión trae un mensaje tatuado en la cabeza, donde dice “6:00 pm”,
despierto de un brinco, aun somnolienta intento ensamblar mis pensamientos, veo
el reloj del celular son las seis de la
tarde, ya está obscureciendo, nadie está
en la casa, por más que busco en cada cuarto es inútil, estoy sola, de repente
como un aguijón, regresa a mi mente el tatuaje del cerdo, tomo un abrigo de mi
padre, una lámpara y decido ir a la esquina incomprensible, no tardo en darme cuenta de que donde antes
solo era campo y terrenos, ahora ya hay
construcciones de casas y negocios, pero aún están en penumbra, hoy no hace
frio, es una brisa tibia que revolotea
mi cabello suelto, un paso más y llego justo en el mismo lugar donde en mis sueños
esta ese Nahual enorme y exuberante, con mi mirada recorro el paisaje y busco una señal, solo
veo las estrellas, de pronto un destello de luz
llama mi atención, es el único
lote que esta sin construir y en el centro cuenta con un viejo árbol de capulín,
donde antes solía venir con mis hermanos y primos a comer sus frutos hasta saciar, hoy es solo un
remanente de mi infancia, de pronto alumbro con mi lámpara todo el árbol una y
otra vez, seguramente fue una luciérnaga la que produjo el destello, o seguramente
fui mi imaginación, de repente, una vez más se genera esa pequeño destello de
luz en el mismo lugar, pero ahora se mantiene una pequeña flama, pero esta
vez al fondo de la calle contraria al
árbol luminoso veo venir una silueta, mi mente entra en un dilema, la silueta o
la flama, una me produce el correr y
regresar, otra impulsa el ir y saber de qué se trata, sudo frio, mis manos tiemblan y mi corazón se sale de mi pecho, me mantengo inamovible y espero el desenlace,
la silueta se convierte poco a poco en una imagen de un persona que deambula en
la obscuridad, al pasar delante de mí emite palabras - Buenas noches-, respiro tranquila, respondo al saludo y dejo que desaparezca otra
vez en la obscuridad, determinantemente enfoco mi mirada en la flama que aún se
mueve, me seduce, ese fuego quema mis ansias y mi paciencia, no aguanto más,
corro directamente a la flama, tropiezo y torpemente me levanto, en el camino se van quedando el
abrigo, la lámpara y los miedos, corro con tantas ganas de llegar a mi objetivo
que parece que me estrellare contra el
tronco del árbol, al estar a un milímetro de alcanzar la flama, despierto, me
encuentro acostada en el viejo cuarto de adobe y techo de láminas de asbesto, de
pronto entra mi padre, al parecer no me ve, no existo, se dirige a un costado
de cuarto, toma una silla y baja un reloj de madera, le coloca al parecer una
hojas detrás y lo vuelve a colocar en su
lugar, de pronto su imagen desaparece, mi mente se acciona, no entiendo que fue
eso, el escalofrió me devora, pero concluyo
que fue una alucinación, me doy cuenta que el reloj viejo de madera marca las 6:00
de la tarde, todo concuerda, el horario, la alucinación, mi padre,
desesperadamente tomo la silla y bajo el reloj, descubre un cuadernillo muy
rudimentario, sucio y polvoso, en la portada está escrito al parecer “Las formas de los animales”, no lo entiendo muy bien,
está escrito en latín u otra lengua antigua, busco más información en esas hojas
ya en pedazos, sin darme cuenta mi madre llega hasta mí, me sorprende, yo salto
de susto, observa el reloj y las hojas en mis manos, con una mirada serena me
dice –Ven te contare algunas historias de la vida de tu papá-.
FIN.
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