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Nadie sabe los orígenes del singular Carnaval de Diablos en nuestra comunidad, (por
relatos de mi abuela) seguramente esta
fiesta en un principio fueron muy parecidas a las que se presentan en
Huejotzingo (los Moros y Cristianos), sin embargo al mermar la población a inicios del siglo pasado por efecto de la
epidemia de la gripe y de la hambruna que generaron las luchas internas en el
país, la población se convirtió indiferente a tal festejo, pues no había nada
que festejar.
Sin embargo a mediados del siglo
anterior un grupo de personas, al
momento se desconoce su identidad, inicio un movimiento festivo, el cual retomo
nuevos elementos para estas fiestas de la comunidad, ya no requeríamos
burlarnos de los españoles, ya no requeríamos imitar sus valses, lo que nos
quedaba era liberar al “pingo” Interior,
liberar los instintos de un año bajo los mismos sufrimientos y las misma
miseria. Era la justa oportunidad de regresar al opresor, al hacendado, al
gobernante, las angustias con las que
nos arremetieron, entonces retomábamos
la imagen simbólica de estos opresores, “El Diablo” , que nos permitía liberarnos, liberar
a nuestros opresores y juntos llegar a
un clímax de paz en la antesala de la
Semana Santa.
Desde ese tiempo en las calles de
la comunidad durante las festividades del carnaval, se plagan de personajes
disfrazados con mascaras de trapo rojas, negras y blancas que plasman la imagen pintoresca del
diablo, con cuernos largos ojos saltones
y barbilla, que se acompañan de atuendos
rojos totales o parciales para terminar de representarlo. Un elemento de
importancia sin duda es el chicote (Látigo
hecho a base de texturas naturales o sintéticas que varía en tamaño de 1 a 3
mts. y groso) con el cual al
esgrimirlo de manera serpenteada se genera un ruido impactante y ensordecedor,
la idea de generar mayor impacto a la experiencia del espectador, y como complemento
total de un personaje opresor (instrumento de poder y castigo de los capataces a los
trabajadores), un ultimo elemento consiste en modificar las voz a un tono mas
agudo la idea es pasar desapercibido para lograr hacerles travesuras a tus
conocidos sin repercusiones futuras.
Unas noches previas al miércoles
de ceniza, los “Pingos” salen desde sus casa y se concentran por colonias, en
camadas (grupos) de hasta 30 personas, los cuales lo conforman niños de 10 años hasta personas adultas, por las calles van haciendo bromas a la gente
y también les bailan, van blandiendo su chicote que genera temor a muchas
personas (una tía con mas de 40 años aun les tiene miedo y no los sale a ver), dichas
camadas se dirigen al auditorio municipal, donde los espera un grupo música, una
pista de baile y numerosos espectadores, cada camada hace una entrada triunfal al recinto, le dan
una vuelta al mismo y después se van concentrando en la parte central de la
pista esperando el baile central “La
roña”.
A diferencia de los municipios
del norte de Tlaxcala, en Ixtacuixtla las camadas de “Diablos” no cuentan con
un baile en conjunto y sincrónico, en su
lugar representan un baile alegórico
emulando un baile infernal “La roña”. Después de la llegada de todas las
camadas y su justa presentación en el recinto del Carnaval, el grupo musical
anuncia el inicio de “La roña” por categorías infantil, jóvenes y adultos.
Todas las camadas dejan libre alrededor
de la pista un corredor, cual pista de carrera de caballos, en dicho lugar se disponen la categoría a participar,
el grupo musical toca una melodía rítmica, alegre muy parece a las
cuadrillas (considero que el único elemento que comparte con los otros
carnavales de municipios como Contla o Totolac), el ritmo te invita a mover todo el cuerpo y
da pie a que los participantes comiencen a correr en un solo sentido, el
objetivo inicial era hacer que cada uno de tus oponentes callera, por medio de hacerlos tropezar por cualquier método,
metida de pie, zancadillas y empujones,
situación que para el espectador era muy divertida pero peligrosa, por lo que
desde hace una década solo se brincan, para
esto de manera alternada un diablo se pone el cuclillas, o agachado y los demás
lo saltan utilizándolo como apoyo, la melodía
dura aproximadamente de 3 a 5 min y después
dan paso a cada una de las categorías;
La noche continua con el concurso de tonada de chicote, las reglas son simples,
cada participante tiene tres opciones frente a toda la multitud de generar el
ruido mas fuerte con su chicote, los espectadores por medio de aplausos eligen
al ganador.
La noche termina con la
premiación del mejor disfraz en las categorías de diablo, chicas (hombres
vestidos de mujer), monstruos, y la mejor camada, después la gente se dispersa, algunos se quedan al baile que
otorga el mismo grupo musical, otros disfrutan
el sin fin de antojitos mexicanos y muchos se van esperando regresar al
siguiente año a disfrutar de singular tradición.
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